top of page

La relación con la madre es la más significativa en nuestra vida, la base sobre la que se construyen todas las demás relaciones.

Con la madre fuimos uno cuando estuvimos en su vientre y luego seguimos íntimamente unidos a ella durante la lactancia. El vínculo con la madre es fundamental para la supervivencia.  El niño, la niña, se miran literalmente en la madre, se ven en ella como si fuera un espejo. La madre representa al mundo en su totalidad y lo que de él proviene. Si estás bien con mamá tus finanzas se sanarán. Para la mujer, representa la referencia del modelo femenino que puede reproducir o rechazar, la forma de ser mujer, de vivir la femineidad y de ser madre. Para el hombre va a representar el modelo de mujer por el que se va a sentir atraído o va a rechazar, es decir, que condicionará su elección de pareja y la relación con ella, y mientras no madure, seguirá siendo hijo… de su mujer. En todo proceso terapéutico es fundamental explorar la relación con la madre, con el padre también por supuesto, pero la madre es la que nutre, la que se ocupaba de las necesidades del niño o de la niña, la que daba sostén. Si estuvo presente cuando se la necesitaba, si satisfizo sus necesidades afectivas o si eran ignoradas, si veía a su hijo o a su hija por sí mismos y no como una prolongación suya o una carga. Honrarla y aceptarla como es nos conduce a la paz y a la reconciliación.Más allá del dolor de nuestro niño herido también está el dolor de nuestra madre y el dolor que nosotros hemos añadido al rechazarla y juzgarla en ocasiones. Un hijo sólo puede estar en paz consigo mismo si se encuentra en paz con los padres, lo que significa que los acepta y los reconoce como son. No es posible decir: “esto lo tomo” y “esto lo rechazo”. Aceptar a los progenitores como son es un proceso curativo en sí mismo, el alma de la persona siente alivio y levedad. Busca ayuda en terapia para sanar tus vínculos.

Afirma: Madre, te honro y Acepto, estoy en paz contigo. Te invito hacer la carta a mamá.

Lo debes hacer sin interrupciones, y no te puedes levantar ni distraer hasta que termines, lo tienes que realizar enfocad@ y haciendo total conciencia, tienes que leerlo al mismo tiempo que lo escribes para que te estés escuchando y preferentemente con una silla vacía frente a ti, visualiza a mamá frente a ti.

Puedes prender una veladora blanca y poner un refractario hondo de vidrio con 3/4 partes de agua y prender un incienso que te guste. Al terminar tu carta la quemas con la flama de la veladora y las cenizas deben caer en el agua del refractario, puedes usar unas pinzas para no quemarte, al finalizar haces un hoyo en una maceta o en el jardín, hechas allí las cenizas con el agua, plantas alguna planta o flor que te guste y la veladora la dejas que se consuma y terminas comiendo algo dulce. Los cambios los veras en el transcurso de  21 días.

CARTA A MAMÁ

 

“Madre, perdóname por fundirte con mis recuerdos, por no distinguir que eres un ser espiritual que amorosamente se prestó a la obra de teatro que protagonizamos en la Tierra.
Perdóname por hablarte de cualquier manera, por desconocer que tenemos un pacto, por herir tus sentimientos a partir de mis propias percepciones. Perdóname por cada minuto en el cual creí que todo esto se trataba de ti y no de mí.
Perdóname por nuestra historia junt@s, por pretender cambiarla, por no superarla.
Perdóname porque no me es fácil saber y sentir quien eres realmente, porque a través de ti sólo veo a mi niñ@ lastimad@, porque sólo percibo dolor.
Perdóname por querer marcharme de tu vida, perdóname por haberme ido, perdóname por no querer volver a ti, perdóname por no honrarte y no amarte lo suficiente.
Me perdono completamente porque yo no tengo manera de saberlo todo, porque soy tan inocente como tú. Me perdono completamente por mi capacidad latente para lastimar, para resentir, para dañar, para odiar, nada de esto ha sido creado conscientemente, una fuerza interior, una razón, una memoria, una queja, un deseo y mi necesidad de escapar del dolor me impulsó. Yo merezco perdonarme completamente y lo hago ahora. Sin duda alguna te doy gracias porque en un acto de amor consciente o inconsciente me trajiste a la vida, a este mundo que me ha ofrecido todo para que yo pueda conocerlo. Gracias por lo vivido, por las experiencias juntas, por los dolores, por las lágrimas, por las risas, por las ausencias, por las heridas abiertas, por las palabras bonitas y por las que no fueron tanto, todo ello me ha forjado como el ser humano que soy. Te doy gracias porque existes en algún lugar de mi ser y porque me escuchas ahora. Te bendigo.
Lo siento por las memorias de dolor que comparto contigo, te pido perdón por unir mi camino al tuyo para sanar. Te doy las gracias porque estás aquí para mí y te amo por ser quién eres. También te amo porque estás en mis recuerdos y porque es el momento de hacerlo, nunca lo fue. Estas palabras surgen, nacen, brotan y florecen en mi ser cuando el tiempo de mi mente es perfecto, el amor me busca ahora y me reencuentra contigo, yo elijo estar en paz contigo, yo soy esa paz en ti y en mí. Yo soy paz. Yo honro mi vida y la tuya tal como fue, tal como es. Yo hago una reverencia ante tu ser de luz que es quien yo soy.

Lo siento, Perdóname, Gracias, Te Amo.
Hecho está. Gracias, gracias, gracias…”

bottom of page